Presentacion

"..No existen los lugares de paso, sino el viajero que pasa, guardando para siempre la esencia de los paisajes y las gentes que le acogieron un instante en su camino.."

lunes, 25 de julio de 2011

NÓMADAS













Muchos son los proyectos que planean sobre la cabeza del que escribe.- Resulta curioso como el azar o el destino, o simplemente el propio devenir de los acontecimientos, te van abriendo unas puertas que, tarde o temprano, esperaban ser abiertas. Los viajes, te ofrecen la oportunidad de conocer a personas extraordinarias, personas que desde nuestro sofá dificilmente llegariamos a conocer. El último viaje a Mongolia, me brindó la oportunidad de conocer a un ser humano grande, inquieto, inconformista, además de un artista con una sensibilidad especial. Santiago, mima los detalles en sus lienzos, capta la luz, la expresión, el instante, el tacto, la fuerza, la piel y el mensaje de todos los rostros que va viendo a lo largo de sus viajes a los lugares, donde sobreviven las culturas mas ancestrales y los pueblos, que todavia resisten al ritmo y a las formas de vida de los tiempos modernos. Los cuadros de Santi, reunen la ternura, el afecto y la espontaneidad de las gentes auténticas de todas estas regiones del planeta; desde los Samis escandinavos a los nómadas mongoles, pasando por los gitanos europeos, los pastores Tibetanos, los mapuches o los indios Américanos.




Él es fundador de una organización llamada Iniciativa Yurta, creada con la intención de informar y preservar las culturas y las formas de vida de todos pueblos nómadas del mundo, amenazados por multitud de peligros en forma, principalmente, de políticas devastadoras. Así, mediante la venta de sus cuadros, además de otras muchas actividades, Santi y sus colaboradores ayudan a esta causa. Sus ventas se emplearán en la continuación del Proyecto YURTA - Campaña 2011, www.iniciativa-yurta.org, que ya se inició el año pasado. En torno a esta iniciativa hay muchos proyectos futuros que podremos ir desgranando poco a poco; Exposiciones en ayuntamientos, charlas, debates, actuaciones musicales, etc.



Para mi, es imprescindible preservar las formas de vida que respetan el entorno, la cultura ancestral, la comunión con la naturaleza, el arte, las costumbres, las relaciones humanas y la superación diaria de las etnias y pueblos que sobreviven a duras penas, frente a la ceguedad de los gobiernos de todo el mundo. Pocos son los que valoran en su justa medida, la necesidad de la supervivencia de estas comunidades con raza, con orgullo y con lecciones de vida en cada una de sus costumbres.




Desde bien crio me interesé por la naturaleza, sus habitantes, especies y paisajes, lugares apartados del ritmo acelerado de las ciudades. Los pueblos indígenas y su particular visión de la vida, ejercieron sobre mi una fascinación indescriptible, cuando Felíx Rodriguez de la Fuente describía las costumbres y la cultura de los indios Yanomamos en Venezuela o de cualquier otro pueblo de las regiones mas remotas del planeta. Su mensaje era siempre claro; esas formas de vivír eran las más repetuosas con nuestro planeta, pero además eran personas libres, sin las presiones sociales brutales que reducen al individuo, en medio de la competitividad de los mercados actuales; no existía la depresión, tan solo las emociones reales en todos los ámbitos de su vida. Todo aquello, me llegó muy profundo y nunca he dejado de leer o informarme por la situación de los pocos pueblos indígenas que todavía logran sobrevivir hoy en día. Tuvo que ser una averia en mi rueda trasera, que me hizo regresar a Ulan Bator, el verano pasado, la que me brindara la oportunidad de reabrir de par en par, esa inquietud por los pueblos indígenas, al conocer a Santiago. Lo que en un principio fue una auténtica putada (quedarte tirado en mitad de la nada, bajo el abrasador sol Mongol y las terribles tormentas estivales) se convirtió en una gran noticia; una de las mejores del viaje a Mongolia.




"Hubo un tiempo en que fuimos nómadas y tal vez sigamos siéndolo en realidad, a pesar de que hayamos olvidado el respeto y la adoración por todo lo que nos rodea y nos da la oportunidad de sobrevivir en medio de este milagro que es la vida".

lunes, 18 de julio de 2011

PIRINEO NAVARRO.- BELLEZA Y DUREZA EXTREMA







































Desde la soledad de las cumbres pirenaicas en la zona Navarro-Francesa, se experimentan sensaciones únicas de paz y serenidad, que a diario nos faltan durante la vorágine cotidiana. Hablo de rincones increibles, donde el tiempo se ha detenido y donde tan solo el pastoreo de alta montaña sobrevive y resiste como puede a las inclemencias del tiempo y la altura.




9 puertos de infarto, sobretodo el terrible Artaburu y el mítico Larrau, te van minando las fuerzas conforme las horas, el sol, el esfuerzo sobrehumano y los kilómetros hacen de las suyas sobre tu maltrecho cuerpo. A eso hay que añadirle el peso de lastre que llevaba para entrenar. Resultado evidente.- palizón de los grandes, con aparición en los últimos kms de calambres y dolores por todo el cuerpo. Pero tambien enormidad y emociones renovadas a lo largo de un trazado inmenso, lleno de belleza por todos los rincones y una paz indescriptible, tan solo perturbada por las esquirlas del ganado que campa a sus anchas por estas inmensas praderas pirenaicas.






Zonas muy remotas y tan cercanas, a escasas 2 horas de Ejea y apenas 1 hora desde Pamplona, nos ofrecen rincones de una belleza enorme, sobretodo a primeras horas de la mañana, cuando la rosada todavia se puede palpar en el ambiente y los olores de los bosques, que acompañan al Irati desde su nacimiento, te remontan a esos veranos de campamentos cuando eras un crio. En fin, toda una experiencia y un placer para los sentidos, cuando el esfuerzo lo permitia, claro, porque hablamos de mas de 8 horas sobre la burra y unas pulsaciones de 160-170 durante las ascensiones a los colosos pirenaicos, con un gasto energético total por encima de las 6000 kcal; vamos un palizón de los grandes.






Cada puerto de montaña, tiene su magia, sus detalles, sus secretos, sus peligros, su belleza, sus enigmas y su personalidad propia. Su ascensión se convierte casi en un protocolo, por parte del que quiere llegar a su cumbre, como los grandes himalayistas lo hacen con sus queridos y temidos ochomiles. Todos los puertos, por muy cortos o pequeños que nos parezcan, merecen de nuestro respeto a la hora de iniciar la ascensión. Durante la misma, multitud de emociones y matices pasan por la cabeza; los sonidos de la respiración y el propio bombeo del corazón, que intenta suministrar suficiente oxigeno a las piernas para no entrar en fatiga, nos acompañan entre los sonidos del monte que atravesamos. Los dolores tambien suelen ser una constante durante las ascensiones mas exigentes. No creo que haya un sufrimiento físico comparable a las ascensiones mas duras de los grandes puertos, ya que hay muchos momentos en los que te falta el aire y las piernas van a reventar, por no decír el corazón y su intención continuada de salirse por la boca; es tal el esfuerzo sobrehumano, que en esos momentos un niño de 4 años nos vencería en un pulso sin dudarlo, porque cada gramo de energía de tu cuerpo parece evaporarse con cada pedalada. Hay un momento de obsesión por coronar el puerto y dejar de sufrir de una vez; y sin embargo cuando ves el collado a tu alcance, las emociones se disparan, por un lado la euforia, engrandecida sin duda, por las endorfinas generadas durante el esfuerzo y por otro lado, la pena de acabar de ascender el puerto en cuestión. Con todo esto, no es de extrañar, que el viajero sobre una bicicleta adquiera una verdadera devoción por estas sensaciones vividas, creándose un vínculo, entre el ciclista y el camino, imposible de romper.