Presentacion

"..No existen los lugares de paso, sino el viajero que pasa, guardando para siempre la esencia de los paisajes y las gentes que le acogieron un instante en su camino.."

martes, 12 de agosto de 2014

EL REGRESO

LITANG.- 6:30 de la madrugada
Mi teléfono suena por 3ª vez. Es el conductor de la furgoneta que me llevará, tras 8 horas de tortuoso camino, hasta Kanding. A pesar de haber quedado con él, el día anterior, a las 7:00 de la mañana, me llama mucho antes y en repetidas ocasiones gritando: "Kanding, Kanding, Kanding". Acelerado, cierro las alforjas y cojo todo mi equipaje, asegurándome minuciosamente de no dejarme nada en la habitación. 
Al verme llegar, el susodicho conductor viene corriendo como si le fuera la vida en ello, toma una de mis alforjas y emprende una carrera difícil de seguir, entre furgonetas, motos, coches y personal que aguarda el inicio de otra tortura en forma de viaje compartido. Al llegar hasta su furgoneta, 6 Khampas esperan con no muy buena cara. Llevan 40 min. de espera por culpa del extranjero. Mal empezamos. Me encajo en la tercera fila de asientos, entre dos tipos desaliñados que me miran como si fuesen a emprender un viaje con un extraterrestre a otra galaxia. Lo que sigue a continuación serán 8 horas apretados como sardinas por las peores carreteras del mundo. Además, uno de ellos, el que está sentado a mi izquierda, huele a mierda de Yak y perro salvaje. Especialmente su aliento, de indescriptible intensidad y para desgracia de un servidor orientado a mis fosas nasales, desde la primera curva en la que ya cae profundamente dormido. Un viaje por llamarlo de alguna manera, brutal como todo por estas tierras. 



2º Día de viaje de vuelta.- Kanding-Chengdu. 
Kanding es una ciudad situada entre enormes montañas, antesala del Tíbet y con gentes de diferentes etnias, sobretodo Khampas, Qianjs y muchos chinos venidos del este para colonizar el próspero territorio pre-tibetano, estableciendo sus negocios de forma indiscriminada, rompiendo así la armonía y la autenticidad de las etnias originarias de estos altos valles. 
Es sábado por la tarde y la gente está en la calle; un gran festival de música se va a dar cita en la plaza central de la ciudad. Las mujeres Qianj visten las mejores galas y una muchedumbre alborotada se agolpa alrededor de las vallas que acordonan los asientos preferentes. La presencia militar y policial es totalmente desproporcionada. Casi hay más vigilantes que espectadores. Con cámaras en mano los militares, de espaldas al escenario, miran al público, captando imágenes de los edificios colindantes, azoteas, ventanas, personas y grupos sospechosos. Los soldados son jóvenes y disciplinados, con gesto serio y de muy pocos amigos. Cualquier manifestación pública es entendida por las autoridades como un posible acto de reivindicación de los sentimientos tibetanos y por tanto la vigilancia es reforzada hasta extremos de estado de sitio. A mi personalmente me corta mucho el rollo el tener a varios tíos mirándote fijamente con el arma cargada o la cámara grabando. Decido irme a descansar, ya que el día siguiente se presenta también muy duro. Viaje en bus entre Kanding y Chengdu. Último gran desplazamiento por las intrincadas y retorcidas montañas de Sichuan.
Esta vez es un monje tibetano el que se sienta a mi lado en el Bus que tardará 9 horas en cubrir los trescientos y pico kilómetros, que es la distancia entre las dos ciudades. El monje saca un libro de oraciones en tibetano del que no llega a leer ni un sólo párrafo, pues en 3 minutos desde la salida, se sumerge en un sueño profundo e imperturbable hasta la hora de comer, 5 horas más tarde. Ni los baches, ni los frenazos, ni el claxon, ni las curvas, ni los atascos kilométricos por las obras, ni siquiera mis codazos para quitármelo de encima, son suficientes excusas para despertar. Tan solo el aroma del restaurante en Ya´an, lo arranca del mundo de los sueños. Se mete un atracón de noodles, arroz, pollo, especias y verduras que solo de verlo me dan ganas de vomitar. El punto de parada es realmente nauseabundo. Sin higiene ninguna y con masificación de gente comiendo como buitres. Modales ausentes. Es uno de esos momentos del viaje en el que me encuentro más desubicado y realmente como un bicho raro en medio de una vorágine de malos modos, prisas, olores, calor y desorientación.
Al regresar al autobús, de nuevo la misma cantina; cabeceos de lado a lado del monje en cuestión.






CHENGDU; PANDAS, MULTITUD Y CALOR INSOPORTABLE.-
Llegué a Chengdu bajo una lluvia y un calor agobiantes; encontrar hotel me costó más de lo esperado, ya que Agosto es la época del año con más visitantes chinos en la ciudad del panda. 
Quiero pasar los últimos 3 días visitando el centro de conservación del Oso Panda y relajándome por el barrio tibetano, tras tantos días de emociones fuertes. 
El centro de conservación de Chengdu se creó en los años 90 con la intención firme y decidida de reintroducir en la naturaleza especímenes nacidos en cautiverio. Las montañas que rodean Chengdu son y han sido el habitat del Oso Panda Gigante. A principios del siglo pasado entre la deforestación, la invasión de las zonas de cría y de reproducción y sobretodo la expoliación literal a la que fue sometida la especie, hicieron que entrara en una espiral de extinción total casi imposible de frenar. Se puso de moda llevarse a Europa o a Estados Unidos un osito panda, como si de un souvenir exótico y exclusivo se tratara. Cuando se quisieron dar cuenta la población de osos panda más importante del mundo se había reducido hasta niveles de extinción irrecuperable. Pero los chinos hicieron y están haciendo algo realmente único y muy eficaz. A partir de 1990 todo aquel país o centro zoológico del mundo que quisiera tener un oso panda, debería aceptar unas duras y estrictas condiciones que repercutirían directamente en el centro de Chengdu. Ya no se iban a dar ejemplares sueltos, sino que se prestarían por parejas, bajo el módico precio de un millón de dólares al año, de tal forma que los ejemplares pasado un tiempo volverían de regreso al centro de Chengdu. El dinero recaudado ha servido para crear este centro de conservación y recuperación, que hoy en día es único y el más importante del mundo. La cifra clave para intentar la reintroducción de ejemplares a la naturaleza es de 300 individuos nacidos en cautiverio. Cifra que se alcanzó el pasado año con muchas dificultades y mucha, muchísima inversión económica, algo que determinados sectores critican. La reproducción de cualquier especie en cautiverio es complicada, pero la del panda más si cabe. Cuando las hembras entran en celo, tan solo tienen 72 horas para intentar que algún macho las fertilice. Al estar en cautiverio han perdido muchas de las habilidades que en la naturaleza tienen de forma innata, así es que los cuidadores deben ayudar a que el cortejo se produzca de la mejor forma posible, sin agresiones y sin percances graves. 
Hoy todo está preparado para iniciar la segunda parte del gran proyecto panda, quizás la más compleja y delicada; introducir de forma paulatina y gradual ejemplares jóvenes en los bosques de bambú de Sichuan. Para ello se han construido 3 centros situados de forma escalonada en las montañas. Cada uno de ellos más salvaje que el anterior, hasta que el tercero se integra ya en plena naturaleza. Otros intentos de reintroducción que se han hecho con anterioridad han fracasado estrepitosamente, pero todo parece indicar que por fin el ser humano podrá devolver a esta especie todo lo que un día le robó. 







Aprovecho mi estancia en Chengdu para descansar bien y recuperar varios de los kilos que perdí en las montañas. Ya en Litang recuperé algún kilo a base de carne de Yak, mantequilla, Tsampa y momos de patata, me gusta la comida tibetana.
Largos paseos, lectura, escritura, observación y reflexión, mucha reflexión por todo lo vivido. Como un gigantesco huracán, ahora vuelven a mi todas las imágenes de las gentes, de los paisajes y de los lugares remotos, así como todas y cada una de  las emociones sentidas a flor de piel. Es difícil asimilar el torrente de sensaciones que visita al viajero una vez que decide parar y reflexionar. Estas visitas serán un continuo trasiego por la mente inquieta y desubicada del susodicho viajero, durante muchos días y demasiadas noches.  

Chengdu, con más de 10 millones de habitantes, es una de la ciudades chinas que más está creciendo. Las autoridades están invirtiendo mucho en ella y grandes y megalíticas construcciones se pueden ver en sus amplias avenidas centrales; rascacielos, centros de negocios, shopping centers, boulevares, marcas internacionales y de alta gama aparecen alrededor de la plaza de Tianfu, centro neurálgico de la ciudad y donde "el padre de la patria", el gran Mao, preside como un cristo, el centro de la misma. La puerta al Tíbet crece inexorablemente y sin límite, como lo hace la carcoma en una vieja casa de madera. El crecimiento desproporcionado puede ser su perdición a corto o medio plazo. Muchos son los problemas a los que se enfrenta la madre patria, el principal el medio ambiental asociado a la superpoblación y la emisión desproporcionada de gases de todo tipo. También las desigualdades sociales, bien marcadas, son un problema de enorme magnitud. Hay mucha gente viviendo en condiciones inhumanas, mientras los "nuevos ricos" se pasean con vehículos de altísima gama, mirando por encima de sus gafas de marca a los pobres que los rodean. Para desgracia de muchos, la sociedad se acerca más a la imagen consumista y capitalista que tanto ha criticado y denostado la historia del comunismo chino, que a la propia esencia de la idea comunista. Paradojas de la vida. Paraísos fiscales, grandes fortunas y pueblos sometidos. Misma lección aprendida y mismos protagonistas. El ser humano y su obstinada manía de repetir idénticos patrones. 

7/08/2014.- Starbucks de Jinli (Chengdu).- 8:00 a.m.- Llueve a cántaros en Chengdu. Este "nariz grande" como llaman algunos tibetanos de forma jocosa a los blanquitos de occidente, exprime los últimos instantes de otro gran viaje; y van unos cuantos. 
El lienzo, blanco antes de comenzar, ha ido tomando los colores de esta tierra dura y extrema como pocas en el  mundo. El resultado es un fantástico collage de emociones, de miradas y pequeños instantes compartidos con las gentes del camino, que quedarán grabados a fuego para siempre. 

Caras, miradas, lugares, paisajes, casas, música, silencio, mi corazón, mi respiración, sonrisas, llantos, abrazos, voces, olores, pureza, furia, rabia, crios, libertad, sueño, recuerdos, nostalgias, ricos, pobres, grandes, pequeños, jaulas, paraísos, bailes, colores, matices, bichos, claxon, bosques, valles, colinas, cumbres, esfuerzo, recompensa, regreso, besos, vida, amor, amar, viajar. Soñar. Ser. Vivir.





































Un millón de gracias a todos. Y gracias a la vida!!

Dedicado a mi querida madre.

To be continued...

domingo, 3 de agosto de 2014

Las Montañas de los Khampas

 El patriarca del clan familiar me mostraba orgulloso una funda especial para las articulaciones de los caballos traída desde Lhasa. Uno de sus potros, negro azabache, se había lesionado la pata delantera derecha. A 5000 mts de altura, en el paso montañoso al este de Litang, se había instalado la familia nómada compuesta por 8 miembros, la anciana matriarca, dos matrimonios y tres chavales joviales e inquietos que intentaban ayudar en todo lo posible al jefe del clan en la ardua tarea de controlar la veintena de caballos por las amplias colinas de pasto. Todavía portaban la mayoría de caballos los lazos de vivos colores del festival celebrado 3 días atrás. Las mujeres mientras se encargaban del centenar de yaks, ordeñando a las mas de 30 hembras con las ubres llenas de leche. El yak es la base de los nómadas de las altas montañas. Muy hospitalarios me invitaron a ordeñar una hembra ante la mirada atónita de su inseparable ternero. Ni que decir que apenas pude extraer tres gotas.

Las mujeres además prepararon la comida, lavaron las ropas y dieron de comer a los perros durante mi estancia. Tras varios intentos pudieron atrapar al correoso potrillo que desbocado corría en círculo alrededor de su madre que, amarrada sirvió de cebo. Le cortaron el pelo y le enfundaron la pata herida. "Será un buen caballo" parecía indicarme el patriarca recalcando la fuerza indómita del negro potrillo.


Hospitalarios, sonrientes y curiosos, nos nómadas de los altos pastos que bordean litang me brindaron la oportunidad de compartir con ellos una estupenda jornada. Tras el descomunal esfuerzo hasta coronar el paso de montaña pude alcanzar el emplazamiento nómada con la emoción saliéndose de mi pecho. Todo cobra sentido al vivir momentos como estos. Mundos diferentes, extremos culturales, costumbres antagónicas, pero la vida y sus caprichos a veces te regala instantes mágicos sin palabras, tan sólo respeto y generosidad. Los nómadas tienen abiertas las puertas de su hogar que es el campo, las colinas, las montañas... La tierra. La sonrisa es la mejor llave para la comunicación. Es universal y no precisa de intérprete ni traducción. Es sincera, abierta y directa. Abre cualquier cerradura por muy sofisticada y retorcida que sea. A mi me gusta viajar siempre con una sonrisa abierta, porque contacto con la esencia misma del ser humano, con su verdadera identidad, con el mayor tesoro que todos tenemos. Quizás también porque no sé hacerlo de otra forma. 

En las montañas de Litang he dado por concluido el viaje en bicicleta. Vendí la burra en Shangri la y en Litang durante 4 fantásticas jornadas, alquilé otra burra para visitar a varias familias nómadas y algunas aldeas y monasterios colgados en el techo del mundo. Han sido días inolvidables. 


Situada en la prefectura autónoma tibetana de Ganze, Litang se emplaza a mas de 4000 mts de altitud siendo una de las ciudades mas altas del mundo. Su enorme monasterio de unos 400 años de antigüedad y con más de 1000 monjes es famoso en todo Tibet. Su belleza es deslumbrante. En su día fue un importante enclave en la ruta comercial entre Europa y Asia. También fue reino independiente hasta ser absorbido por la cultura china. Los Khampas son la etnia predominante estableciendo en Litang un lugar de mercadeo donde se abastecen de todo lo preciso. Los Khampas han sido siempre duros y difíciles de controlar como sus caballos. Han apoyado la causa tibetana, siendo los que escoltaron al dalai lama en su huida de Lhasa a Dharamsala tras la ocupación china a mediados del pasado siglo. Antaño fueron bandoleros que asaltaban las caravanas de las rutas comerciales y siempre se han resistido a las invasiones de otros reinos, ya sean mongoles, chinos o cualquier otro. Por ello la zona de Litang es una zona " roja" para las autoridades y por ello el festival por el que esta zona es famosa fue prohibido, ya que cualquier posible manifestación popular no es muy bien vista. De todas formas perseverando e indagando pude dar con un extraordinario festival de caballos donde, además la gente mostraba sus trajes regionales y su orgullo Khampa. Las imágenes hablan por si solas. Algo único y mágico. La gente al verme se mostraba abierta y muy receptiva.


Pase varios días por las montañas de Litang asistiendo como invitado a una costumbre tibetana relacionada con el ciclo de la vida y la muerte. Algo difícil para nuestra cultura, pero que cobra sentido y fuerza cuando acompañas a la familia en la despedida de su ser querido entregado a las bestias aladas. El encargado de llevar a cabo el acto es un hombre mayor quien debe entregar el cuerpo de tal forma que los buitres puedan fácilmente acabar el ciclo. El hombre debe a veces tomar algún estimulante para afrontar el duro trance. Los familiares de la víctima pagan por la labor del " maestro" y sienten un gran alivio cuando todo ha concluido. Momentos antes, sin embargo, hay mucha tensión. Al acabar todos dan gracias por haber cumplido con el deber de devolver a la tierra lo que le pertenece, ya que el espíritu ya se fue. La ceremonia se realiza generalmente cada lunes, miércoles y viernes y diferencian el lugar según sea muerte natural o por accidente. Pude tomar con respeto algunas imágenes, aunque prefiero no mostrarlas aquí.

Está concluyendo este increíble viaje, donde todas las expectativas se han quedado muy cortas, tanto por la dureza de esta parte del mundo, como por los encuentros con las gentes del camino; etnias, culturas, costumbres, intercambios de experiencias y vivencias. He alcanzado el éxtasis literalmente, a pesar de la incomunicación y muchísimas vicisitudes y detalles que me han llegado a desesperar. Como alguien dijo una vez; para llegar a este tipo de experiencias únicas, hay que pagar un precio muy alto. En mi caso la soledad, la falta de un mínimo de confort, la sobresaturación de estímulos y ciertos hábitos chinos difíciles de entender, las carreteras y la dureza de los puertos interminables, los controles continuos y un largo y quizás interminable etcétera. Pero lo vivido, lo grabado para siempre en mi memoria ahí queda, nada ni nadie me lo podrá arrebatar.


Hoy 3 de agosto, hace 11 meses que nos dejaste. 11 meses sin tus abrazos apasionados, sin tus consejos, sin nuestras bromas compartidas. Hoy te diría que ya estoy en Chengdu en un hotel digno, que como bien, que el otro día me queme el cuello pero en doy aftersun como siempre me decías. Te diría que la gente me ha tratado muy bien y que tengo un montón de fotos para enseñarte, como en cada viaje me gustaba hacer al llegar a casa. Te diría que gracias por la vela de todos los días y por ir al punto de la mañana a misa para pedir que todo me fuera bien. Te diría que tendré cuidado en el aeropuerto al salir de china y que te espero ver con los demás en Barcelona como otras veces y fundirnos en ese abrazo tan esperado. Tantas cosas madre. Pero te diré que esa sonrisa que me abre las puertas de las casas y los rostros de las personas que encuentro en mi camino, te la debo a ti, porque siempre te vi abrir corazones desde esa misma sonrisa. Gracias Mary. Todo este viaje, que no es sino parte del gran viaje de mi vida te lo debo a ti y a mi querido padre. Nunca os podre estar suficientemente agradecido por mostrarme el mundo y su belleza sin limite. OS quiero.