




Él es fundador de una organización llamada Iniciativa Yurta, creada con la intención de informar y preservar las culturas y las formas de vida de todos pueblos nómadas del mundo, amenazados por multitud de peligros en forma, principalmente, de políticas devastadoras. Así, mediante la venta de sus cuadros, además de otras muchas actividades, Santi y sus colaboradores ayudan a esta causa. Sus ventas se emplearán en la continuación del Proyecto YURTA - Campaña 2011, www.iniciativa-yurta.org, que ya se inició el año pasado. En torno a esta iniciativa hay muchos proyectos futuros que podremos ir desgranando poco a poco; Exposiciones en ayuntamientos, charlas, debates, actuaciones musicales, etc.
Para mi, es imprescindible preservar las formas de vida que respetan el entorno, la cultura ancestral, la comunión con la naturaleza, el arte, las costumbres, las relaciones humanas y la superación diaria de las etnias y pueblos que sobreviven a duras penas, frente a la ceguedad de los gobiernos de todo el mundo. Pocos son los que valoran en su justa medida, la necesidad de la supervivencia de estas comunidades con raza, con orgullo y con lecciones de vida en cada una de sus costumbres.
Desde bien crio me interesé por la naturaleza, sus habitantes, especies y paisajes, lugares apartados del ritmo acelerado de las ciudades. Los pueblos indígenas y su particular visión de la vida, ejercieron sobre mi una fascinación indescriptible, cuando Felíx Rodriguez de la Fuente describía las costumbres y la cultura de los indios Yanomamos en Venezuela o de cualquier otro pueblo de las regiones mas remotas del planeta. Su mensaje era siempre claro; esas formas de vivír eran las más repetuosas con nuestro planeta, pero además eran personas libres, sin las presiones sociales brutales que reducen al individuo, en medio de la competitividad de los mercados actuales; no existía la depresión, tan solo las emociones reales en todos los ámbitos de su vida. Todo aquello, me llegó muy profundo y nunca he dejado de leer o informarme por la situación de los pocos pueblos indígenas que todavía logran sobrevivir hoy en día. Tuvo que ser una averia en mi rueda trasera, que me hizo regresar a Ulan Bator, el verano pasado, la que me brindara la oportunidad de reabrir de par en par, esa inquietud por los pueblos indígenas, al conocer a Santiago. Lo que en un principio fue una auténtica putada (quedarte tirado en mitad de la nada, bajo el abrasador sol Mongol y las terribles tormentas estivales) se convirtió en una gran noticia; una de las mejores del viaje a Mongolia.
"Hubo un tiempo en que fuimos nómadas y tal vez sigamos siéndolo en realidad, a pesar de que hayamos olvidado el respeto y la adoración por todo lo que nos rodea y nos da la oportunidad de sobrevivir en medio de este milagro que es la vida".