El día comenzó lluvioso; suave y fina lluvia que me acompañó por el tranquilo valle de Alvdal. Me despedí de él y le agradecí su hospitalidad con el viajero. Al llegar a Tynset comenzaron los puertos de montaña. Rodeado de un paisaje increible, de cuento de hadas, las subidas eran constantes, al menos 30 kms, hasta que al fin coronaba el collado de la fantástica cadena montañosa del interior. Comenzaba a soplar el viento y lo hacía a mi favor. Todo cuesta abajo a tumba abierta, con una panorámica de las zonas boscosas coniferas. Los olores a bosque y humedad me reconfortaban despues del palizon de hacia un rato. Las piernas iban bien y el cuerpo tambien, algo fatigado pero bien hidratado. Subidas y bajadas hasta dejar la ruta 3 y pillar la E6 que me llevará hasta Cabo Norte. Mucho tráfico, sobretodo de caminones y poco arcén. Con la lluvia y el tráfico rozandome, me preguntaba continuamente eso de ¿qué hago yo aquí con lo bien que estaría en...?
Sale al fin el sol tras dos días calado. Es un espejismo, porque lo que me espera despues es brutal. El breve sol realza todavia mas la belleza de los bosques y montañas Noruegas. Llego a Storen. Me quedan 52 kms hasta Trondheim, pero en un tramo de la e6 no dejan circular bicicletas. Hay un carril bici bien señalado en principio. Todo va bien, sale el sol se esconde, gotea un poco, viento suave, pero a lo lejos se atisba una masa negra muy densa que se acerca a toda velocidad. A 27 kms de Trondheim me pilla una ventisca enorme. Frio, vientohuracanado en contra y gotas de lluvia congelada como proyectiles.Consigo guarecerme en una gasolinera de Melhus. Estoy un rato y continuo poco a poco aunque con lluvia y viento. Tiempo espantoso. El carril bici aparece y desaparece a su antojo, teniendo que volver sobre mis pasos varias veces. Tras 10 horas y otros 200 kms llego a Trondheim, con el alma rota de tanto avatar. Mereció la pena por lo vivido en el camino, sus paisajes, sus silencios, los olores y los matices.
Trondheim decepciona un poco al entrar. Es de esos lugares que tienen un extraño extrarradio; nunca sabes donde está el centro de la ciudad, o si es asi toda ella. Al final llego al casco antiguo y mi impresión cambia por completo. Es una ciudad portuaria con un gran puerto y canales que se internan en la ciudad. Tiene una hermosa catedral y calles con mucho encanto. Es limpia y muy bien cuidada. Chicas increibles como en todos los lugares por los que paso.
Trondheim mezcla edificios modernos y centros comerciales con casas, tabernas, pub´s, iglesias y paseos antiguos. Eso si Mcdonalds y Burguer King han colonizado estos lares. Solución rápida para el que escribe y para turistas sin complicaciones. Alli me encuentro con 4 españoles de Toledo. Ibéricos hasta la médula. El tono de voz es inconfundible y el nivel de inglés tambien. Es cierto eso de que el español es la persona que se pega toda la vida intentando aprender inglés.
Son gente muy cordial, les hablo de mi viaje y no se lo creen. Ellos van tambien a Cabo Norte pero en autobus y dos viajes en avión. Me despido de ellos con cierta nostalgia del castellano, del calorcito y las costumbres ibéricas.
Las gaviotas pelean por su lugar de privilegio sobre las azoteas de Trondheim; es igual que en cualquier ciudad portuaria de España, china o la India.
Mañana será un día duro, espero que mejore el tiempo. He alcanzado la costa noruega en dos días. A partir de ahora iré paralelo a la costa atravesando la espina dorsal de la peninsula noruega, con entrantes de mar y fiordos continuamente.
La recepcionista me enamoró con sus enormes ojos azules y mirada cómplice, como si de algo nos conociesemos. Y es que en cierto modo nos conocíamos, porque es la historia que se repite desde siempre, la recepcionista y el viajero que va hacía el Norte. Cada día la misma escena con idénticos protagonistas; por eso en el fondo ya éramos viejos conocidos desde hace unos cuantos viajes.
Canción del día: "La estrella Polar" de Pereza.
"Todo lo que dejo atrás son los cimientos de mis sueños futuros"
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